Farmacia-museo

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Pritissko-Nikolskaya St. 7

La calles estrechas del antiguo Podil albergan uno de los museos más curiosos y más extraordinarios de la capital ucraniana, la Farmacia-museo, cuya exposición está dedicada a la historia de farmacia, en general. El espacio museístico se encuentra situado en el edificio donde el boticario alemán, Johann Heiter, abrió la primera farmacia privada de Kyiv.

Tras el fallecimiento de Heiter, su cuñado, Georg Bunge, legó la empresa, después de que la farmacia saltó a la fama entre los vecinos de Kyiv. Se jactaba de una selección variada de las medicinas, imagínate, más de mil referencias. Todos los medicamentos que se vendía aquí, incluso ungüentos, píldoras, pociones, fueron elaborados a base de los elementos naturales –hierbas, minerales, conchas, sangre animal y veneno de insectos y reptiles– en un laboratorio farmacéutico. Además, la botica de Bunge, según decían los residentes de Kyiv, contaba con dos departamentos, y respectivamente, dos registros de medicamentos, uno para los opulentos y otros para los pobres. Claro que los remedios se diferían en la calidad y composición.

En 1839, la farmacia fue eliminada y el recinto pasaba de manos a manos. En definitiva, merced a los esfuerzos de entusiastas aquí inauguraron la única Farmacia-museo. Su interior está inspirado en el entorno de las boticas del siglo XVIII al XIX, y cuenta con más de tres mil expuestas, dispersadas por 12 salas, cada una del cual posee un diseño y una idea individual.

Los escaparates del museo están llenos de distintos utensilios utilizadas en la farmacia: platos (conos, tubos), instrumentos para la preparación de medicamentos (en particular, el molino que muele materias primas y cascanueces especial), así como muebles antiguos, las recetas médicas de los siglos pasados y los medicamentos viejos. Además, se puede ojear el libro de botica que data de 1834. Aquí están apuntados los nombres de medicamentos, su receta y precios. Además, en la sala se expone la máquina de pastillas que producía las tabletas que entonces consideraba un asunto muy serio.

Hace unos siglos, además de los medicamentos, en farmacias solían vender cremas, polvos, perfumes, polvo dental, y hasta negros, latas y tubos que actualmente representan los fondos de la Farmacia-museo de Kyiv.

Son las tres salas museísticas que gozan de mayor popularidad entre los espectadores. El primero es así llamado ‘Gabinete de alquimista’ donde reina el entorno místico. En el centro de la sala está sentado el mago que se inclina sobre el tubo lleno de veneno. Enfrente de él, está un montón de monedas. Según se dice, si echas la moneda y pides un deseo, sin duda, realizará. Otra sala de mayor interés es ‘La cabaña de curandera’ dedicada a la medicina tradicional. Aquí se aguarda los utensilios de curandero, en el techo cuelgan distintas hierbas usadas por los médicos tradicionales para curar a sus pacientes. La tercera sala lleva por título ‘La celda del monje’ inspirada en la celda de Kievo-Pechersk Laura, donde los monjes del siglo X solían curar a los enfermos con la ayuda de hierbas y rezos.

Hace poco, el museo alberga el fitobar donde se puede aprovecharse de una taza de té herbal preparado según la receta ideada por Georg Bunge. Preparados en conformidad con la tecnología del siglo XIX, aquí se vende jabones, ungüentos y bálsamos a base de los ingredientes naturales.

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