Florecimiento del valle de narcisos

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Cada primavera en un prado Kireshi, localizado a una escasa distancia de la villa Just, se florece el único valle de narcisos. Centenas de turistas de distintas partes del mundo ponen su rumbo a ese sitio extraordinario para contemplar ese espectáculo natural.

La aparición de ese valle de relicto está relacionada a uno de los últimos períodos de glaciación cuando desde los Montes Cárpatos llegó a esas tierras una capa rica en las semillas de narcisos. En virtud de las condiciones climáticas beneficiosas, ese valle se convirtió en la reserva única. Durante la época austro-húngara esa localidad fue vigilada, sin embargo, las actividades soviéticas destruyeron una parte considerable del valle. En los años 80, el valle formó parte de la Reserva de la biósfera Karpatsky.

Además, esa localidad está cubierta por un sinfín de leyendas. Una de ellas sigue que justo aquí una vez un joven muy hermoso de nombre Narciso vio su reflejo en el río, se enamoró de sí mismo y falleció de tristeza. Aquí creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso. Según otra leyenda, en el Castillo de Just vivió el príncipe con su esposa y su hija Rusya. Para celebrar el cumpleaños de su hija, el príncipe organizó un banquete. Cada local querría mostrar su afección a la joven y le iban haciendo los regalos. Uno de ellos fue el alfarero Iván quién regaló el jarrón donde fueron pintadas las flores blancas. Entonces, los jóvenes enamoraron perdidamente y empezaron a salir juntos a escondidas. Al enterarse del amor secreta de su hija, el príncipe echó el jarrón de Iván desde la cima del monte. Ella se desechó y cubrió con una pólvora el pie de la montaña. Al día siguiente, aquí apareció un valle de los narcisos blancos.

El auge del florecimiento de los narcisos coincide con los mediados del mayo según las condiciones climáticas.